Parado en mis orillas
sólo escucho esa vieja campana
de mis latidos golpeando
conciencia y recuerdos.
Bebo de todas las miradas
que miraron mis ojos,
en esta tarde vasta y gris
que huye de brumas.
La veta enriquecida de mi alma
que atrapó el ser
de los poemas
recibe recuerdos y conciencia.
Y al mirar tras el tiempo
las miradas que miraron mis ojos
sacio toda sed y calmo toda angustia
en la tarde ya oro.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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