A mi ahijada,
con amor y orgullo
Pasó el
tiempo en que en silencio te pensaba,
un
silencio silencioso como tu armonía,
pero en
la callada observación de tu existencia
veía tu
inflamada candela iluminando tu alma
con valores
y virtudes que excedían,
toda
ilusión y toda expectativa.
Mas ya
ha pasado el tiempo del silencio
porque
ha llegado el momento en que yo te cante.
No sólo
mi amor, escondido en tímida modestia,
sino el
orgullo desbordante de mi pecho.
Es que
tu ser recatado y de humildad probada
no
puede esconder ya ese áureo brillo
que se
yergue al mundo desde tu alma pura
y de tu inteligencia esclarecida.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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