Bombacha
campera y alpargatas,
sombrero
de ala y pañuelo al cuello,
camisa
desprendida mostrando el pecho
y
dispuesto a montar a su caballo.
Altivo y
bien tusado el tobianito criollo,
ensillado
con apero, cabezada y riendas
bien
cepillado el pelo y herraduras nuevas,
engalanado
para un galope al viento.
El
relincho apuraba al jinete que de un salto
cayó de
horcajadas sobre el lomo manso
y
resoplando el pingo comenzó su trote
hacia
cualquier lugar que lo llevaran.
Y ambos
van en realidad a lo inmenso
a la
vastedad del tiempo de cerros y de campos
a
encontrar silencios o acordes montaraces
entre
piedras, molles, cocos y pinares.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado" 2011
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