Cuando
llega la noche y amanece
en el
reposo de mi alma,
el
callado movimiento del destino
brilla
en mí
de
manera desacostumbrada.
No sé
porqué
arrastré
el dolor o el miedo
llagando
al alma escondida
en mi
cuerpo frágil,
sin
confiar o mirar al cielo...
Y en el
cielo o en dos oros,
o en lo
que llaman destino,
encontré
ese brillo sosegado
del amanecer de cada noche
cuando mi alma reposa.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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