Ese estanque australiano al lado del molino
con aspas al viento y rotar continuo,
asedian mi memoria.
Como los abrevaderos del ganado sólo vivos
al secarse las represas rodeadas de algarrobos...
El
cielo sin celaje, abrasador e inmenso,
cuartea
la tierra reseca y salina
y la
aldaba de los días me recuerda el estanque,
complaciéndose
la tierra que se vuelve
más
fresca en su frescura.
La
ensenada, con pocos árboles y mucha arena,
separa
al tanque y al molino del viejo caserío
y sólo el crujido de sus ejes
lo
enlaza con la vida que apenas se siente
en ese
norte ardoroso y reseco
de un
monte cerril lleno de quebrachos y mistoles.
Hace
tiempo... tanto tiempo hace...
no sé qué
habrá sido del molino y del estanque,
de
bebederos y represas y tierra partida.
Sé que
hicieron a mi vida y están conmigo
el
estanque australiano y aquel molino de viento.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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