La oscuridad es sólo el tiempo en que la tierra rota
ocultando al sol por unas horas de descanso,
correspondiendo al fuego con el fresco y necesario alivio
sin perpetuarse en el tiempo como ceguera eterna.
Y la luz del día es solamente ese lapso breve
que se lleva las tinieblas y el temor sombrío
y corresponde a esos temores con un albor de vida
sin eternizarse como trajinar perpetuo.
Es que esa alternancia de luces y de sombras,
de sabia creación desde el origen,
se compara si se quiere a dichas y desdichas
desde la esencia clara de los gozos
al gris oscuro de los infortunios.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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