Si se oye desde el
cerro que el mar llora
en esas tardes en
que el sol se acuesta
sabiendo que ni el
eco le contesta
al sentir de su ser
lejos la aurora,
tal vez sea la vida
que protesta
por todo ese pasado
que ella añora
y que reverdece en
las calmas horas
privativas del alma
ya dispuesta.
Lo que es lejano
debe darlo al viento
y ese rico caudal
que ha transcurrido
podrá ser fantasía
como un cuento,
se verá al sol
entonces complacido
no se oirá del mar
ya su lamento
cuando todo feliz se
haya dormido.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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