De aguas surgentes de caudal
eterno
también brotan sonetos con
virtudes,
me llenan de calor para mi
invierno
con valiosas y firmes actitudes.
Conociendo de cerca el mal
paterno
se llevaron mi pena en ataúdes
apoyados en sí,
siempre fraternos
y sostenidos por sus
inquietudes.
No los nombraré, pues es posible
ver
que hablo de vidas de mi propia
vida,
corregida y mejor savia a mi
entender.
Sin que yo diera cosas por
vividas
volaron alto y se dieron a beber
de las virtudes del amor
nacidas.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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