Quiero hablar de los días
sucesivos,
sublimados de manera
imperceptible
y que han pasado con tanta,
tanta prisa
que hacen desconcertante ese
pasado.
Sólo persisten asidos e
indelebles
hijos y nietos que al llegar
cantaban loas
y esas dolorosas despedidas… tan
eternas
que alejan de mi ser cualquier
olvido.
¿Dolores y amores en puntos tan
extremos?
¿Por qué siempre me duele donde más me duele?
El mar muere en la arena desde
siglos
y por bravía que haya sido la ola,
allí muere,
en esa arena blanca y suave… muy
suave
con una suavidad que desconoce
el mar.
Y, como el mar, morirán mis días
en arenas
-tras amores y dolores-
tan fugazmente y con tanta prisa
porque…
no quiso el tiempo hacer la
pausa necesaria
para suspirar y complacerme.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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