No creo vengas para
estar conmigo
y esperarás seguro a
que yo vaya
sin importar si mi
alma se desmaya
por el donaire de
vivir contigo.
Es tan grande el
afán con que persigo
ese deseo que en mi
pecho estalla
al perpetuar a un
padre de tu talla,
que a veces siento
como que mendigo.
No advertiste, en
premura de los santos,
buscando el cielo y
alabar Su gloria
y siguiendo tu idea
perentoria,
que acá dejabas los
filiales llantos
con el alma repleta
de quebrantos
sólo atenuados en la
fiel memoria.
Publicado en mi libro "De la espera a lo esperado". 2011
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